domingo, 12 de mayo de 2024

Para ligar y tomar copas… las Ventas

Quizá estaría bien que algunos, o todos, los matadores banderilleros tuvieran más curiosidad y en consecuencia asomarse al balcón con decisión y torería.


¡Qué bien lo pasamos en las Ventas! Ni Tinder, ni una copa en Chicote, las Ventas y si me apuran, ni Benidorm, porque al sol de los madriles, por mucho menos dinero te pones de un bronceado zaíno que tira pa tras. Bueno, ahora igual es más barato irse a Benidorm, que sacarse una entrada para los toros en Madrid, pero da igual. Y después, varios ambientes de disco en las terrazas de la plaza. Qué bonito es que vaya la juventud a la plaza, que no a los toros; lo de ir a los toros es otra cosa. Aunque cuidado, que hay quién le ha cogido gustillo a pedir orejas entre barreño y barreño, que eso siempre alegra el ánimo y calienta los sentidos, todos los sentidos. Que entre que pides fuego, ofreces unos hielos y el de dónde eres y cómo te llamas, acabas sentado con la otra parte de la parte contraria ¿Y los toros? ¡Qué toros, ni toros! O bueno sí, eso de los toros es lo que pasa allí en el fondo y que tapa el barullo jaranero de esa gente que animan a que vaya a la plaza, esos atraídos por las fotos de gente divertida sonriente y barreño en mano. Que de verdad que cuesta centrarse en lo del ruedo, aunque siempre los hay que igual se centran por de más y ven un corridón donde hay una corrida moderna. Buena, un punto por encima de la modernidad, pero sin dejar de ser moderna. Eso sí, si los de luces son también modernos, apaga y vámonos. Y así se juntó una de Fuente Ymbro, la nonagésimo segunda en Madrid en los últimos tiempos, para El Fandi, en su habitual aparición de feriantes que van de pueblo en pueblo; Román, que es capaz con su pobre bagaje de conseguir que el personal se emocione, precisamente por esa falta de todo; y Leo Valadez, que venía a desplegar su colorido y alegre repertorio de allá la mar océano, pero que tuvo la mala suerte de ser cogido en su primero.

Los de Fuente Ymbro en esta ocasión fueron de los de presentación impecable, serios, sin fisuras y duros de patas y si alguno media el suelo de morros, quizá se debiera más a los tirones de sus lidiadores que a otras carencias físicas, pero es que a veces el mal uso de los engaños también puede provocar caídas. En el caballo no destacaron especialmente, el primero, como varios de sus hermanos le tomó gusto a lo de escarbar, cabeceó en el peto y se fue suelto. Al segundo le picaron trasero, le hicieron la carioca, pero tuvo brío para derribar al picador y después pelear solo con un pitón en el siguiente encuentro. El tercero se dejó sin más, acudiendo con muy poco entusiasmo. Al cuarto se le picó poco, reservón, derrotando al notar el palo, escarbando constantemente. El quinto, picado trasero, derrotando la guata. Y el sexto, después de que le cogieran bien, le taparon la salida y a continuación solo le propinaron un picotazo trasero.

Pedir a los diestros de esta tarde capacidad lidiadora quizá sea un excesivo ejercicio de optimismo. Desde el primer momento nadie hizo por fijar a los toros, dejándoles corretear demasiado por la arena. El Fandi desarrolló todo el repertorio propio de una plaza de carros, quites distantes, pares de banderillas más distantes aún y un toreo en la misma línea. Y eso que algunos casi dejan de lado lo de ligar y el cubata al ver a un señor iniciando el trasteo de rodillas, pero ese pegar pases con tirones, venga trapazos en línea, fuera y abusando del pico, enganchón tras enganchón, hacía que la chavalería se volviera a desconectar y siguiera en lo del “cómo te llamas” y el “¿tienes fuego?”. Que ni las largas de rodillas llamaba la atención de la chavalería, ni mucho menos el que el Fuente Ymbro fuera una y otra vez a las telas. En su segundo mucho mantazo con un toro aquerenciado en tablas, más tirones, desarme y cada vez más alborotado, alargando el trasteo sin ninguna necesidad. Y en el sexto, el que correspondía a Leo Valadez, pues más de lo mismo. Intentaba reconciliarse con la parroquia, pero a esas alturas los parroquianos ya solo pensaban en el after en las terrazas de la plaza, y total, era más de lo mismo, mucho trapazo, el espada a lo suyo, a seguir acumulando trallazos, dejándose ir otro animal de esos que quien ahora los de luces, los del callejón, los del tendido, de la tele, los que ven la tele, que siguen la muleta con una docilidad que a veces resulta hasta algo cansina. Que el granadino seguro que volverá el año próximo y los que sean, porque parece que siempre tiene que haber un festejo programado del arte de poner banderillas y trapacear a gran velocidad y en eso, no me lo negarán, El Fandi es un hacha.

Román, el segundo del cartel, al menos sabe aparentar y aunque haga lo que la mayoría, hace creer que allí está pasando algo. Se agradece eso de darle distancia a los toros y el pú8blico enseguida toma partido y se olvida de esos trallazos largando tela en línea recta, sin llevar jamás al toro. El toro va, él sacude la pañosa y cuela para muchos. Muy fuera, demasiado despegado, pero con ese ir y venir sin mando, llega a la gente y por un momento, solo por un momento, deja lo del “¿y tú cómo te llamas?”. El toro repetía y repetía y volvía a repetir, pero lo mismo por uno que por otro pitón, la receta era la misma, la consabida de la modernidad imperante. Y con una entera en buen sitio, pues no quedaba otra que dar el despojo. En su segundo, un toro que por la mala colocación de todo el mundo en banderillas cogió a uno de los que pareaban, un mansito que se dolió en banderillas y que en la muleta fue recibido con muletazos destemplados por abajo y al que se sacó al tercio para iniciar un trasteo que requería algo de mando, por lo que quizá Román anduvo demasiado a la deriva, que lo mismo se veía sorprendido por una arrancada, que se liaba pegar muletazos acelerados, muchos de uno en uno, más para aliviarse el propio matador, incapaz de imponer su dominio. Esta falta de todo provocó entre el público la sensación de que allí había un gladiador jugándose lo que no hay que jugarse innecesariamente. Arrancando un trapazo aquí, otro allá y los de los barreños frotándose los ojos, creyendo encontrarse con el general romano de la película esa de gladiadores. Una entera muy trasera y como en su primero, no queriendo coger el verduguillo y limitándose a hacer gestos astracanados de supuesta épica, que no eran otra cosa que la excusa para no jugársela con el descabello.

Leo Valadez no tardó en mostrar sus carencias, bastó con el recibo de capote, contando los lances por enganchones, que continuaron cuando tomó la muleta. Intentó cazar algo por el izquierdo, pero más de lo mismo, tirones, enganchones y llegó el revolcón, estando siempre a merced del oponente, a lo que este decida. Más desarmes y para culminar un bajonazo quedándose colgado del pitón, lo que hizo que tuviera que pasar a la enfermería. Que nadie, o muy pocos, se podrían haber pensado que allí hubiera algo más que un gran botellón, una tertulia eterna de lo que iba a molar el after, que si tienes fuego, que cómo te llamas, que si estudias ADE o International Relationships o que si tienes un hielo para mi barreño, pero si nos ponemos a echar cuentas, la verdad más verdadera, la realidad más real, es que para ligar y tomar copas… las Ventas.

 

Enlace al Programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

sábado, 11 de mayo de 2024

Si creen que siempre hay algo bueno… búsquenlo

La torería hoy en día parece ceñirse únicamente al amaneramiento alejado de la cara del toro y a manifestaciones excéntricas aparentando una genialidad tan falsa, como esa amanerada torería.


En esto de los toros los tópicos abundan por docenas, que el toro de cinco y el torero de…, que no hay quinto malo, que si al que no hace la cruz el demonio se lo lleva y uno que rebosa optimismo como si no hubiera un mañana, eso de que todas las tardes se ve algo bueno, que el aficionado siempre encuentra aunque solo sea una cucharadita de esencia torera para alimentar su espíritu de aficionado. Todo está muy bien, superior, pero oiga, que va uno con toda su buena voluntad y una carga extra de optimismo a la primera de feria y en la primera esquina te espera un malaje con un ramón de olivo empapado en agua y te suelta un soplamocos que te deja temblando el naso un mes; y el otro mes, pues a recuperarse del susto. Que vaya manera de empezar esta feria de San Isidro. Que íbamos hechos un brazo de mar a los toros, porque así lo han recomendado los que mandan en la plaza, que a los toros no se puede ir de cualquier manera, hay que ir hecho un pincel; de lo de las cabezas parece que no han dicho nada, si acaso eso ya más adelante. La cosa es quedar reguapo en las fotos oficiales de la empresa ¡Qué gusto! Cuanta gente joven, todo sonrisas, todo camaradería, quizá más que por pensar en el festejo, porque ya se están imaginando el monumental botellón que les espera y la culminación en el after después del sexto de la tarde. Que ya se sabe, el futuro está asegurado, pero no el de los toros, no, el de las destilerías de Beefeater, Johnny Walker o de los que producen el garrafón del güeno, ese que te cauteriza el alma ¿El festejo? El festejo, bien gracias. De verdad, ¿esta es la juventud que queremos en los toros? Esos que se pasan la tarde de aquí para allí, que si les dicen que no pueden salir ponen cara de lechuga al pil pil; esos que al acabar se ponen a tirar almohadillas sin pensar en que pueden partirle la cerviz a una buena gente que pasaba por allí. Eso sí, todos reguapos, que lo dice la empresa y con el entusiasmo que provoca el decir vivas a lo que sea o empezar a mentarle la madre a no sé quién, porque ellos son muy de defender la “tauromaquia” ¡Pa habernos matao”. Lo que no sé si alguien les habrá dicho a estas criaturitas que en esto siempre se ve algo bueno. Casi mejor que no, porque lo mismo se sienten defraudados, por lo que sea, y se pillan un berrinche, que a ver luego cómo se les calma. Que si alguno piensa que lo bueno, esa esencia de perfume caro iba a venir de lo los señores Lozano… ¡Blancazo! Que vaya encierro que han echado estos oligarcas de la fiesta. De presencia, pues vale, pero sin locuras, aquí no podía estar eso bueno que siempre aparece. Mansos como peluches, que notaban el palo de picar y salían llamando a su mamá camino de toriles. Que era notar el aliento del palo y ¡fiuuuuu! ¡Ahí te quedas con tu castoreño! Que tampoco es que los de luces hayan puesto demasiado de su parte por intentar sujetarles un poquito, porque los mantazos ni fijan, ni sujetan, ni dan esplendor. Que la cosa era que los alcurrucenes salieran ya sabidos, como todos, pero no. Que sí, que luego los ha habido que medio iban de acá para allá en el último tercio, pero siempre y cuando nadie osara intentar someterlos ni un poquito, muy poquito. Que sí, que los ha habido que esperaban en banderillas, pero, ¿con tan poquito nos venimos abajo con los palos? ¡Hombre! Que así no hay quién encuentre nada bueno, por poquito que sea. Que lo más emocionante ha sido un burro con cuernos tirando coces al caballo al tiempo que escapaba de allí como el rayo. Que si los petos no fueran de guata, de tanto derrote los habrían dejado que ni para que los zurzan las abuelitas de todos los presente allí presentes. Desastre ganadero. Busquemos lo bueno por otro lado.

La terna actuante, compuesta por Morante de la Puebla, máxima expresión del jarte jartoso, el pitiminí con alamares; Diego Urdiales, el que hubo tardes que nos puso delante lo que era el verdadero toreo; y García Pulido, que cuenta con un paisanaje de lo más fiel, pero que igual no contaban que una cosa son las novilladas rebosantes de corazones tan cándidos como benévolos y otra abrir la feria ya con el toro. Morante, del que se esperaba que desparramara jarte como si una DANA inundara la M30, pero… Que se nos puso tímido y la cosa fue que no. Dejó a sus toros corretear, ¡alegría! En sus dos toros dejó que el caos se adueñara del ruedo, sin tan siquiera intentar fijar, sujetar a aquellos mansos a las telas. En su primero probó y probó y volvió a probar con la pañosa, a veces hasta creando en algunos la ilusión de que aquello era lo bueno que se iban a llevar a casa, pero no, siempre muy fuera, abusando del pico y cuando el Alcurrucén ya se acomodó al paso de procesión, ahí hizo creer que había toreo, cuando solo había acompañamiento y sin alardes. Concluyó con un recital de pinchazos de todos los colores, tirando puñaladas alevosas sobre el toro. Con su segundo no estaba para dejar nada bueno y al cuarto trapazo ya montó la espada y a otra cosa. Hubo muletazos por bajo de cierta vistosidad, que no dejaron de ser trallazos galanos, pero trallazos, y dicen que un trincherazo. Y el personal, que no vio el jarte por ninguna parte, se enfurruñó y le pitó como no se pita a las divinidades. Lo que pasa es que lo mismo Morante no es una divinidad.

Diego Urdiales es un torero que siempre ha despertado expectación, aunque luego la galbana le inunde de arriba abajo, pero ahora, con perspectiva, casi uno prefiere la galbana a la socorrida vulgaridad para pasar el trámite. Mal en la lidia, sin cuidar los detalles, como hacer circular el caballo en el sentido de las agujas del reloj y no al contrario, como indica el reglamento, para picar al quinto yendo a favor de la querencia de manso. Hubo un aparente destello con un quite por verónicas, siempre con el pasito atrás. En cuanto al toreo de muleta, pues no parecía ni de lejos el Urdiales que un día vimos y que todavía algunos esperaban. Poco decidido, siempre fuera y tirando de pico sin rubor, sin rematar en ningún caso y dejando pasar el tiempo tanteando y tanteando, no se sabe a qué.

García Pulido, toricantano, pues venía a mostrar el toreo moderno de siempre, el del pase, pase y más pase. Incapaz con el capote, incapaz de llevar la lidia, incapaz de sujetar a ninguno de sus oponentes, incapaz de darle sentido y criterio a todo lo que hacía. Su primero se toreó solo, iba y venía el manso, pero él solo estaba para soltar su repertorio, que ya le podía tocar la Revolución francesa, la Guerra de los Cien Años, que él iba a los reyes godos y de ahí no le sacabas. Que lejos aquellos triunfos autobuseros prefabricados por el paisanaje. Que no llegaba ni tan siquiera a saber que en Madrid para pedir el cambio no hay que airear las guedejas, se le pide al alguacil y este ya sabrá lo que tiene que hacer. Contaba como puyazo el que el toro pasara cerca del peto y que el palo le pegara apenas un raspalijón, pero no, caballero, aquí, de momento, las cosas funcionan de otra forma. Pero él iba a lo suyo, a lo de todos, pases y más pases, siempre muy fuera, con el pico, sin mando, teniendo que recuperar el sitio y desesperando al personal que no aguantaba ya ni un trapazo más. Al final hasta hubo almohadillas en el ruedo, aunque tal y cómo estaba el personal, uno no acaba de saber si eran muestras de desagrado o la creencia de que después de los toros y antes del after, lo que tocaba era ejercicio de lanzamiento de cojines y si se tenía buena o mala puntería, desnucar al primero que pillara desprevenido en el tendido por semejante majadera barbaridad que a una panda de bárbaros majaderos les parecía divertido. Eso sí, si ustedes, gentes benévolas y llenas de optimismo, si creen que siempre hay algo bueno… búsquenlo.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

lunes, 6 de mayo de 2024

Tanto esperar, tanto esperar y… acabó lloviendo

Unas veces nos quieren hacer confundir los kilos con el trapío y otras la poca caja de lo de Buendía con el toro sin trapío y sin presencia, como si nunca hubiéramos visto un toro de esta sangre pequeñito, eso sí, pero no una seriedad que asustaba al miedo. Que no todo vale.


A veces la espera alimenta la ilusión más allá de los límites recomendables y lógicos, acabando todo en un chasco de dos palmos de narices. Algunos esperábamos la novillada de los Maños con ganas de ver a esos encastaditos de Buendía poniendo las peras al cuarto a los de coletas postizas y torería impostada. Pues no, no fue el día; que seguro que los unos y los otros han ido recogiendo triunfos a espuerta, y los que les quedan, pero en la previa a la feria no se dio el caso. No hubo ni asomo, ni una falsa ilusión que nos pudiera llevar a creer que allí iba a poder suceder algo de enjundia. Dos veces echaron para atrás los toros de este hierro y nos quedamos con las ganas. Pues bien, a ver si de novillos… Pero nada. Que uno recordaba manifestaciones procedentes de todas partes reivindicando esta ganadería. El criador nos quería hacer tragar con ruedas de molino eso de sus toros eran así y así los quería. Escuchamos indignados arremeter contra Madrid, como si hubiera un veto orquestado contra esta vacada, tildándonos de tiranos taurinos, de ignorantes, de prepotentes y yo que sé de cuántas cosas más. Pues nada, nos vino la de los Maños y esta no pasó ninguno de los exámenes que se supone que debe superar una corrida, en este caso de novillos. Que uno ya está cansado de escuchar eso de que lo de Buendía no tiene caja, como si creyeran que nos descubren algo que no se supiera. Claro que no, porque esto es así, y no confundir e incluir a todo lo de Santa Coloma, porque entonces podríamos estarnos metiendo en un buen jardín. Pero claro, tampoco podemos caer en el error de confundir lo chico con la seriedad, lo mismo que los kilos no significan trapío, nada más lejos. A lo de los Maños les faltó seriedad, toda, y más para salir a la plaza de Madrid. Que los de Bucaré, Chopera o los originales de Buendía no eran elefantes, no nos quieran confundir. Primer examen suspenso, pero vayamos a la segunda parte. Que uno recuerda lo mismo de esta sangre y se le vienen a la memoria aquellos toritos que salían y si no se les hacían las cosas bien, ¡ojito! Que los buenos, si los de luces no estaban en lo que tenían que estar, se convertían en imposibles, porque todo se lo guardaban en sus adentros. Pero no, lo de los Maños fue una mansada descastada que huían del caballo al notar el aliento del palo, que buscaban terrenos cómodos dónde esperaban que no hubiera señores con un trapo rosa, que no se les picó apenas y que descargaban toda su ira derrotando desesperadamente contra el peto. Y para el último tercio, pues si acaso iban y venían, en la mayoría de los casos sin humillar, como mulos en la noria, aunque aquí también hay que apuntar esto en el debe de los actuantes. Y dirán que por qué tanta dureza con este hierro. Pues yo se lo explico en dos palabras, porque hay veces que cuando las cosas no salen, cuando una corrida tuya o de tu hierro emblemático no pasa, no se puede echar tanta basura sobre una plaza y una afición. Que solo ha habido que esperar y al esperar, en una sola tarde ha devenido la desesperación y más cuando se acudía a la plaza a ver algo diferente, algo ansiosamente diferente.

De los novilleros, pues muy poquito, nada, que decir. Los dos primeros Jorge Molina y Álvaro Burdiel, con ya unos pocos paseíllos en Madrid, pero no se puede venir a soltar el mismo discurso de siempre de derechazos y naturales, naturales y derechazos, allá dónde me pille, yendo detrás de los novillos, allá adónde estos quisieran transitar, mayormente a favor de su querencia. Que no se te pueden dar dos avisos en cada toro y que decidas tomar la espada después del primer toque de clarín. Que me decía un amigo que si no hay nadie en el callejón midiendo el tiempo, pero, ¿es que el espada no veía lo que tenía delante? Y todo para abusar del pico, no parar de corretear y dejarse enganchar la tela con demasiada frecuencia. Y quitando lo de los avisos, que a Burdiel solo, ¡solo! Le sonó uno por toro, poca diferencia hay entre los dos primeros. Bueno, entre los tres, porque Víctor Cerrato sigue con absurda fidelidad los mismos dictados de la modernidad, si acaso con un poco más de entusiasmo malñ entendido. Que a nada que a loas tres les achuchaban un poquito, ya estábamos perdiditos, ya se nos nublaba el entendimiento. Y a este, para colmo, algo que empieza a ser demasiado habitual, convertir la suerte suprema en un supremo show, envainado la espada en el último y queriéndose encunar, a ver si así se entusiasmaba el personal, ese que sacaba los pañuelos sin que ellos mismos supieran la razón. Bueno, sí, que al amigo, paisano, primo o lo que fuera, había que conseguir que le dieran un despojillo y luego recordárselo al cruzárselo por la calle del pueblo, barrio o “urba”. Que a Cerrato le tocó el más entretenido del festejo, un manso de libro que requería mucho mando, mucho poder, a ver si así se le clamaban esos ímpetus de huida de manso, pero no, lo único que ofreció el joven torero fue… vaya usted a saber el qué. Y así, de tanto esperar, tanto esperar y… acabó lloviendo.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

viernes, 3 de mayo de 2024

Era el día de los carros

En otros tiempos los toreros madrileños eran capaces de mucho más que dar pases, pases y más pases y no torear.


Fiesta de la Comunidad Madrid, fiesta que conmemora aquel levantamiento del pueblo de Madrid ante el francés, mientras el ejército patrio se echaba un mus mientras estaban acuartelados lejos de las balas, los cañones, las macetas, las tijeras, navajas de barbero y cualquier cosa con que pudieran defenderse de las tropas napoleónicas. Gesto y gesta heroica de aquellos madrileños de principios del XIX. Lo que han cambiado las cosas, cómo ha cambiado el cuento. Que si hoy se diera el mismo escenario, viendo cómo se comporta el público que acude ahora a las Ventas, empezarían con que vaya mérito los pobres soldados invasores, que lo difícil que es aguantar el gorro ese tan alto, que lo que les aprietan ñas botas, que lo lejos que están de casa, que si las camas son duras, que el sargento es un sieso y que todavía los hay que se quejan y protestan. Nada, a por ellos, a por esos indeseables que no se rinden ante esos brazos de mar uniformados que te llenan los ojos, el corazón y el alma. Y así, con estos mimbres, dentro de dos siglos no habría ningún festejo del 2 de mayo que celebrar.

Pero como ahora somos muy sentidos con esto de las celebraciones y conmemoraciones patrias, van y montan una goyesca para recordar la fecha. El personal pisando el ruedo, caballos carros, majas, majos, música, caballos con música, que solo faltaban los bueyes y ya empalmábamos con el Rocío. Pero no se preocupen, que Plaza 1 lo tiene todo previsto, ¿hacen falta bueyes? Pues venga bueyes, que los carros ya los tenemos a mano, una del Montecillo, que ni pintiparada para que te queden unas fotos de chúpame dómine ¡Qué estampa! ¡Qué porte! ¡Qué vacíos! Más huecos que el Felipe IV de la plaza de Oriente. Lo que es no tener nada dentro y el peligro que desarrollaron en gran parte hay que achacárselo a los que lucían calzas rosas. Que claro, vacíos estaban, pero si delante se ponen unos señores a no se sabe qué, pues también ayuda. Eso sí, hay que reconocerles que sobrevivieron a su propia ineptitud. Que sí, que ya sé que me dirán que estuvieron grandiosos, pero ya les digo, como los napoleónicos aquel 2 de mayo, con aquellos uniformes, aquellos bigotes, aquellos… Aunque para gustos, los colores.

Lo del Montecillo en el caballo a lo más que ha llegado alguno es a medio pelear con un solo pitón y sin humillar, cabezazos al peto al notar el palo y si había algún asomo de fijeza era cuando les tapaban la salida. Salían escapando de allí y durante toda la lidia no perdían ojo de los terrenos de chiqueros, quizá pensando que allí estarían más cómodos. De salida se resistían a tomar los capotes, esperaban en banderillas y en el último tercio, el que mejor se limitaba a ir un poco y venir menos; parados, entrando como mulos y saliendo como bueyes de carros, opositando para viajar este año al Rocío. Que habrá a quién esta bueyada les habrá parecido un desfile de alimañas, pero ya digo, para gustos… Y claro, si esto eran fieras corrupias, la terna eran guardias de corps luciendo sus galas militares con galanura, aunque les guiara el mismo Belcebú contra las gentes de Madrid. Afortunadamente, ni Robleño, ni Javier Cortes, ni francisco José Espada tenían tan aviesas ideas, ni mucho menos, pero su actuación no ha sido para deslumbrar, no ha habido oropeles que refulgieran con el sol. Es más, quizá se podría decir que han hecho lo que saben, lo que les es ya habitual, aunque en otras fechas les pidieran darse un doble rulo por el ruedo venteño. En esta ocasión ha habido algo más de decoro, sobre todo por parte del respetable, aunque en el sexto se le podía haber ido la chaveta a más de uno. Fernando Robleño solo aprovechaba las arrancadas, acompañando el viaje, que no toreando, metiendo el pico y recolocándose repetidamente. Se limitaba a cazar muletazos, pegando tirones, allá adónde fuera el toro y cortar el pase a base de muñecazos por delante de la cadera.

Javier Cortés no anduvo muy lejos de su compañero de terna, con la salvedad de dos derechazos aceptables, pero esto es lo de siempre, ¿se puede llamar toreo a dos muletazos dentro de toda una faena? Que juzgue cada uno. Lo demás eran trallazos y más trallazos, sin asomo ni de temple, ni de mando, yendo detrás del animal allá adónde este quisiera marchar. En su segundo más de lo mismo, enganchones, sin pararse casi en ningún momento y eso sí, pegando muchos pases. Y cerraba Francisco José Espada, quien no podrá quejarse de los incondicionales que tanto se esfuerzan en hacerle creer que es un maestro del arte de torear. Otra cosa es la realidad, un torero que parece torear al aire, él va por un lado y el toro por el que le dé la gana. Alargando el brazo, sin mando, viéndose apurado en algunos momentos por los del Montecillo que se le echaban encima. Mucho baile y poco gusto, sin dudar en tirar del repertorio más vulgar que pudiera imaginar. Abusando del pico, tanto, que el toro no dudaba en vencerse por el hueco que dejaba entre el engaño y el bulto. Que si un cambio de mano por aquí, que si trapazos de uno en uno, alborotado y vulgar, pero llegando a un público que antes de empezar el trasteo ya parecía decidido a prefabricar un triunfo a costa de lo que fuera. La tarde acabó sin más sobresaltos y tal y cómo dio comienzo, podía haberse cerrado, con los bueyes uncidos a un yugo, que por algo tan señalada fecha era el día de los carros.

 

Enlace al programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

lunes, 29 de abril de 2024

Mañanitas de ilusión, tardes de decepción

Cuando aparece la incertidumbre que provoca el toro, todo se vuelve pasiones, ilusiones y por supuesto hasta decepciones


Fin de semana muy esperado por parte de muchos aficionados de Madrid, bueno, de Madrid, de México, de Estocolmo, griegos, franceses, sevillanos, valencianos, murcianos… si hasta de Albacete se acercaron por estos contornos para ver toros. Primero la Feria del Aficionado, esa por la que todos hacían la misma pregunta; ¿Irás a 3 Puyazos? Y vaya que si fueron, para culminar en la plaza de Madrid la tarde del domingo. Y aquí se apreció lo cambiante, variado y hasta contradictorio de este mundo nuestro de los Toros y digo los Toros y no otra terminología, porque a lo que se acudía era a corridas de toros y no otra cosa que compone el gran paraguas de la Tauromaquia. Y cambiante porque la mañana del sábado se empezaba con una novillada con reses de Isaías y Tulio Vázquez y de Raso de Portillo. Que lástima el primer tulio que se quería comer el mundo, que despertó a los que habían tenido que madrugar en sábado, pero que de tanto rematar hasta en las nubes, se partió un pitón por la cepa ¡Lástima lastimera! Sus dos hermanos no fueron lo mismo, pero interesaron y regocijaron a los que sueñan con ver recuperar un hierro señero. Novillos cambiantes durante la lidia, como ese que empujó en el caballo metiendo los riñones como un jabato, que parecía la reencarnación del toro Diano, pero que poco a poco se fue desinflando y pensándose eso de la pelea. Lo de Raso del Portillo fueron de esos novillos que no quieren los novillero, esos que no dan facilidades y que se te pueden ir complicando como no estés firme y con oficio, quizá el que aún no tienen Joao D’Alva y Miguel Andrades, que de momento suplen esta carencia con voluntad, una voluntad notable, pero con pocos recursos y si encima les cae un chaparrón, para qué más. Al menos se merecieron el crédito de tener más oportunidades y poder aprender para seguir adelante.

Lo de la tarde era el desafío de Conde de la Corte y Palha. Ahí empezó el primer chasco. El ganado muy justito, algunos, ni llegaban a esa justeza. Lo del Conde no recordaba a lo del Conde y lo de Palha… lo de Palha recordaba a los años del hambre. Se les picó muy mal, en la paletilla, en el guarismo, en mitad del lomo, no admitían apenas una vara, pero como les dijeron a Sánchez Vara, Morenito de Aranda y Ángel Sánchez que había que respetar el primer tercio, ellos entendieron que esto iba solo de poner el toro lejos, luego más lejos y luego lejísimos. Y así pasaba, que los animales se iban acercando poquito a poco, que miraban para allá y luego para acá y al final igual se arrancaban con alegría, mucho más cerca de dónde les pusieron. Eso sí, cuando a los animales les daba la real gana. Que estaré equivocado, pero a mí me parece que respetar la suerte de varas es medir el castigo, las distancias, cuanto más lejos más espectacular, los terrenos, que a veces hay que cambiarlos y si el toro tardea y tardea, pues habrá que moverlo, porque así también se muestra al animal y se puede llevar una lidia lógica. Los espadas, pues como siempre, vamos a dar naturales y derechazos y si se me viene violento, pues sigo hasta ver si se calma. Ellos en su papel y Morenito poniendo un toro cinco veces al caballo, cuando ya todo el mundo había visto que allí… Que yo abogo por recuperar las tres entradas al caballo, pero con sentido, siempre con sentido. Y algo que nunca habí vivido, los organizadores del festejo, conscientes de la expectación y del resultado del festejo, tomaron el micrófono y pidieron perdón a los asistentes por el resultado del ganado, porque consideraron que se habían equivocado en la elección de las reses. Quizá esto suceda porque ellos, como muchos de los presentes, viven esto como aficionados. Y sí se equivocaron, pero reconociendo este error, seguro que les será más fácil aprender de él ¿Se imaginan a los señores de Plaza 1 responsabilizándose de na feria de desastre ganadero tras desastre ganadero? Yo tampoco, pero a lis señores de 3 Puyazos, sí y así sucedió. Eso sí, también les digo, yo con esta gente no soy del todo imparcial, que vaya por delante, por el momento.

Y nos desayunamos el domingo con una de Dolores Aguirre, con presencia de doña Isabel, la mano que ahora conduce los atanasios de la recordada Dolores. Un encierro en los que hubo toros buenos, malos y regulares, pero con máximo interés, obligándote a estar muy atento en todos los detalles, porque en un suspiro te cambiaban a mejor, a peor o a… Destacó el segundo de la matinal, cuatro entradas al caballo, cumpliendo en el peto, con fijeza, la que mantuvo hasta el último momento, a pesar de las puñaladas a lo largo del lomo. Damián Castaño fue generoso con él, dejándolo ver, citando dándole distancia, aunque su toreo no estuviera a la altura del de Dolores. El público ya se había decidido por el toro, pero desde mucho antes de que el espada cogiera el acero, que usó sin sentido, tirando el engaño y pretendiéndose encunar, lo que tampoco logró, echándose sobre un pitón. Se le dio la vuelta al ruedo al toro y al menos los presentes ya pudieron reconciliarse de nuevo con este veneno que es la afición a los toros. Algo a lo que también contribuyó Antonio Peralta, picando en todo lo alto y si no, no restándole al toro sus ventajas. Sergio Serrano y Francisco Montero se limitaron a poner los toros lejos, a veces sin pensar en nada más que en metros y no en terrenos y luego, pues al derechazo y el natural y como en el caso del segundo, a aprovechar las vibrantes embestidas que le regaló el sexto, lo que no se esperaba, sobre todo después de un primer tercio saliéndose suelto del peto y un segundo tercio esperando a los de los palos. O ese colorado que parecía un marrajo, que arrolló Castaño de salida, teniendo que cogerlo Serrano, que derrotaba en el peto, que se dolía, que no parecía tener nada y que en tres muletazos que se le corrió la mano, el animal seguía el engaño, ¡qué cosas! Pero esto es lo que tiene, o debe tener el toro, que pueda pasar lo inesperado, para lo bueno y para lo malo.

Y después de salir a la carrera, comer a la carrera y llegar a las Ventas a la carrera, hasta salimos del festejo no a la carrera, pero si prontito, que nadie se lo podía creer. Que los que fueron a los toros a Madrid llegaron más pronto de lo esperado a las citas posteriores, con los riesgos que esto puede conllevar. Que los había que esperaban algo de lo Arauz de Robles y el primero de la tarde, el de la confirmación de Calerito parecía augurar una tarde con toros, pero al final todo se quedó en una pasarela con toros de bonita estampa, que incluso hasta seguían las muletas, pero hay que reconocer que los de luces tampoco ayudaron a que la cosa fuera para arriba. Toros de esos que estamos cansados de ver, para toreros que parecían cansados de torear. Curro Díaz pareció que iba a querer después del recibo de capote a su primero, un inválido que no se devolvió y que él se empeñó en mantener con muletazos insulsos. David de Miranda, quién en su día levantó Madrid, parecía ausente. Mucho a pies juntos, pero sin ángel, lo mismo de capote, que con la muleta. Muchos pases, sin moverse del sitio, que eso lo mantiene, pero sin sangre, sin llegar y solo acumulando muletazos, como si la ciencia fuera la cantidad. Aunque sorprendentemente en su segundo se le pidió la oreja, pero no me pregunten motivos, que les respondan los que agitaron el pañuelo, aunque tampoco con demasiado entusiasmo, pues ni le hicieron dar la vuelta al ruedo, se vinieron abajo. Y Calerito, pues… pues, que confirmó la alternativa y poco más. Con esa voluntad del que quiere ser demostrando voluntad recibiendo a su primero de rodillas de muleta, que si trapazo por aquí y por allí, pero luego todo ese brío se venía abajo con ese muletear escondiendo descaradamente la pierna de salida y con todos los vicios modernistas y como sus compañeros, dejándosela enganchar muchísimo. Eso sí, que también hay quien jalea, o bienea, los enganchones, que hay gente “pa to”. Y si no es por la inoperancia de la cuadrilla del que cerraba plaza, les digo yo que el festejo no habría llegado ni a los dos horas, con el riesgo que supone llegar a una cita con demasiada antelación. Y así acabamos un fin de semana lleno de toros, de encuentros con amigos, de encuentros con conocidos a través de las redes, muy conocidos, pero a los que nunca les pudimos saludar, con buenas compañías, algunas mejores que otras, como le pasó a un servidor los cuatro festejos y parecido al refrán de la niebla y las tardecitas de paseo, todo se resumiría en que fue un fin de semana de mañanitas de ilusión, tardes de decepción.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

lunes, 8 de abril de 2024

El camino de la felicidad novillada a novillada

A saber qué tendrá el toro de hoy al que se le dan chicuelinas de salida. Igual es que no tiene nada y por eso lo permite.


Ya está bien de amargarse la vida, ya está bien de poner pegas a todo, ¿no? O cogemos el toro del optimismo por los cuernos o no sé qué va a ser de nosotros. Que no, hombre, que no, que por la vía del mosqueo no vamos a ninguna parte. A partir de ahora, de ya mismo, solo vamos a ver el lado bueno de las cosas ¿Estamos? Pues no se hable más. Y no hablaremos más, tendremos que guardar un largo y profundo silencio si decidimos mentar solo lo bueno de la primera de las novilladas de esta incipiente temporada. Bueno, sí, que era una tarde agradable, sin frío, sin una climatología adversa y además hasta había partidarios de uno de los novilleros que llegaban dispuestos a darlo todo. Si hasta habían hecho pañuelicos ad hoc para la ocasión ¿Cabe mayor muestra de optimismo? Esos son el ejemplo a seguir. Que uno no sabe si luego tuvieron que guardárselo en un lugar íntimo. Y es que la tarde enseguida agotó cualquier atisbo de optimismo posible. Que no hay necesidad de detenerse en detalles, porque ya que vamos de optimistas, tampoco nos vamos a ensañar en la vulgaridad, el despropósito y el tedio que produce la nada.

Salía el señor ganadero de Brazuelas en una entrevista previa al festejo, diciendo que él había formado su vacada con lo mejor de lo mejor, con unas gotitas de calidad de aquí y de allá, pero igual es que no se fijó muy bien en los frasquitos de esta calidad y puede que esta se le hubiera pasado de fecha. Que hay que tener cuidado, que te caduca lo de dentro y luego las reacciones pueden ser no deseables. Esto es, inválidos hasta el punto de que el mayor mérito no era otro que evitar rodar por el suelo. Unos animales con algún kilo de más, pero que gracias a esto, para algunos pasaron como bien presentados, ¡Bendito optimismo! Iba a hablar del tercio de varas, pero casi mejor podría hablar de la campaña de vacunación de novillos en la plaza de Madrid. ¡Oiga! Que hay vacunas que se ensañan más con los animales. Eso sí, los señores picadores, como de lo sanitario no deben saber demasiado, lo mismo apoyaban el palo en mitad del lomo, que en un brazuelo, que en el carnet de la piscina de los criadores de semejantes animalitos. Que habrá quién me diga que fueron a la muleta; bueno, iban cómo podían, mientras no se vinieran abajo, lo justo para jugar al voy detrás del trapito y tú me lo quitas de golpe. Y a todo esto, desde el palco parecía que no se veía un atisbo de invalidez y el usía no sacaba el pañuelo verde, no fuera a ser que alguien se pensara que la cosa no iba cómo debiera y le invadiera el pesimismo. Bueno, sí, a uno lo echaron para atrás y salió uno de María Cascón, que… Si los demás no podían con su alma, este no podía ni con los pensamientos. Eso sí, de presencia imponente, pero tan hueco de todo, que parecía el palacio del eco, eco, ecooo, ec… e…

Pero también hubo tres muchachos que se presentaban, que ya después del festejo, si alguien, aparte de los paisanos, quiere recordar sus nombres, no le quedará otra que mirar y remirar el programa: Daniel Medina, Fabio Jiménez y Tristán Barroso. Que habrá quién les haga creer que la excusa de la flojera del ganado les sirve para excusarse ellos mismos, pero… Que no cuela, ya les digo yo que no. La misma vulgaridad de todos, la misma trampa de todos, trapazos a tutiplén abusando del pico como si no hubiera un mañana, manteniendo una prudencial distancia al pasarse los novillos y una insistencia desesperante de mantener en el ruedo a un inválido. Que antes ya se ha apuntado la negligencia del señor presidente, pero esta será diferente según le pregunten a un optimista o a los muchos ue le coreaban que se marchara del palco y que en su fuero interno deseaban que no volviera, al menos mientras siga en sus trece de no devolver los inválidos. Pero por otra parte estarán eso que sintieron que le había robado una oreja a Tristán Barroso. Que ya le regaló una y fue por demás, pero claro, si sacamos cuatro pañuelos y gritamos mucho, hay que concederla, ¿no? Pues igual no. Premiar con una oreja el aturullamiento, todos los vicios modernos ya comentados y el que se descarara constantemente con el personal, resulta excesivo, pero claro, por si alguien aún no se queda convencido, después de dos bajonazos tirándose descaradamente a los blandos, ¡qué oreja, ni qué oreja! Un tirón de orejas, sí, pero al novillero. Y es la primera, que esto no ha hecho más que empezar y los de los autobuses ya se están frotando las manos, que esos sí, esos sí que saben sacar rédito al paisanaje y saben para su bolsillo, cuál es el camino de la felicidad novillada a novillada.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

lunes, 1 de abril de 2024

Si cobraran por el frío, nos habrían desplumado

Y lo contenta que se pone la parroquia cuando un picador cita de lejos y el toro se arranca con alegría.

El que dijo aquello de que los toros eran con sol y moscas, no sabía lo que decía, o sí. Que si lo hubieran sabido los que han ido a la del Domingo de Resurrección en Madrid, igual se habrían pertrechado bastante mejor para sobrellevar la tarde. La saben, un abrigo gordo, guantes, bufanda, calcetines gordos, termo con café calentito, manta eléctrica, un brasero, su mesa camilla, orejeras de felpa y una burbuja climatizada con un agujerito para sacar las narices y respirar. Que menos mal que con la entrada, los señores de Plaza 1 te dan el frío gratis. Eso sí, barra libre de frío; que no digo yo que no vean ahí un filón y quieran cobrar el frío, el calor y el entretiempo.  Que luego lo de pagar es otro cantar, porque ya le podrían pagar el curso de pintor de rayas al nuevo encargado de tal tarea, que a nada se va para un lado, para el otro o para ninguno. Así el personal no protestaba cuando un caballo pisaba y borraba los garabatos. Si era más que para protestar, para gritar un aleluya a voz en grito.

Y a pesar de las lluvias, de las inclemencias del tiempo, el ruedo estaba aceptable, para que luego digan de la lona y el departamento de lonólogos que la quita y la pone. Con toros de Pedraza de Yeltes, que hasta parecían de Pedraza de Yeltes, que visto lo visto, ya es un adelanto. Flojos en líneas generales, sin llegar a desesperar y el fue sustituido por uno de Carmen Valiente, quizá se dañó al estamparse estrepitosamente contra las tablas. Fue devuelto a los corrales, pero, ¿lo fue reglamentariamente? Que si se abre ese camino, si sale un toro que no es del gusto del matador o lo es más el sobrero, pues nada, se le estrella contra el olivo y a otra cosa. El primero, algo pasadito de peso, ya de salida puso en complicaciones al confirmante Dias Gomes, más por su impericia que por la fiereza del animal. El toro empezó mostrando fijeza en el peto, para al final solo emplearse cuando no sentía el castigo. El luso dejó muestras de su escasa capacidad y su ausencia de poder; que sí, que el viento molestó toda la tarde, pero el problema ya lo traía Dias desde el hotel. Pico y a correr, dando aún más aire con las telas al de Pedraza. La muleta hecha un burruño, tirones y hala, a recolocarse. Bajonazo y a otra cosa.

El primero de Román también besó las tablas por no frenar a tiempo. Derrotando en el peto, sin picar, encelándose cuando el palo ya apuntaba a las nubes y no al lomo, que es dónde le picaron, trasero. Capotes al cielo para evitar que perdiera las manos. Empezó Román citando a mucha distancia, teniendo que ir buscando el punto pasito a pasito. Pico, se vio desarbolado en los primeros envites. Insistió en eso de las distancias, recibiendo a su oponente siempre con el pico, trallazos, que si se le viene encima sin poder hacerse con él y sin parar de recolocarse constantemente. Dos trapazos y al tercero ya se le venía encima. Con la zurda más de lo mismo, echándoselo para afuera tirando demasiadas líneas rectas, mientras al animal le costaba mantenerse en pie. Muy chabacano, cerrando con unas manoletinas de aquella manera. Pero como el personal estaba generoso, pues una orejita; una de esas que no valen para nada, aunque luego se sorprendan de ello, pero…

Francisco de Manuel recibió a su primero con una ensalada de mantazos. Simulación del primer tercio, al tiempo que la eficacia capotera parecía cosa de otro mundo, ausente en este del frío lacerante. Inicio de faena por abajo, con el de Pedraza esforzándose en no rodar por la arena. Mantazos según le venía, más pendiente de que el tendido le jaleara, que de ver qué hacía con aquel flojito colorado. Pico exagerado y sin saber por dónde tirar, pero con muchas carreras, demasiadas y sin que nadie pudiera aventurar adónde quería ir a parar de Manuel. Pero él decidió acabar con un bajonazo de los que te quitan puntos en el carnet de estoqueador. Y volvía román, quizá pensando en algo grande, pero ni él, ni el flojo Pedraza que tiraba cornadas desesperadamente al peto al notar la puya. El mansito se dolió en banderillas, se defendía y no cesaba en manifestar su flojera. Román empezó y continuó con su repertorio de vulgares trapazos, de destoreo, de pico, carreras y hasta una pesadez que se acrecentaba con el gélido ambiente de la tarde. Mitin con los aceros y hasta algún pito por parte de los no habituales en la queja. A Dias Gomes le tocó el sobrero de Carmen Valiente al que el picador masacró sin piedad tapándole la salida. El trasteo se resume en pico, posturas, destoreo y un constante bailar, yéndose en mitad del muletazo, sin aguantar jamás, buscando el sitio que no encontró. Un pinchazo y a por el descabello; se ve que nadie le había dicho que los toros se matan con la espada y no aprovechando el tirón del verduguillo.

Y cerraba Francisco de Manuel al que le tocó la mala fortuna de que le saliera un toro de esos de triunfo, que por si fuera poco, encandiló al personal en el caballo. Fue tres veces al peto. Cumplió en el primer encuentro, en el que le taparon la salida; una más yéndose desde lejos, tardeando, así como una tercera, tardeando y escarbando y con el caballo casi en el seis, si bien hay que reconocerle la alegría en la arrancada. El personal entusiasmado, jaleando a Aurelio Cruz que las tres veces le cogió arriba, lo que les hizo obviar que de la tercera vara se fuera suelto. En banderillas dejó claro que su pitón era el derecho y que por el zocato no se entregaba de la misma forma. Pero Francisco de Manuel no debió haber prestado la atención requerida y primero se empeñó en enjaretarle la faena tipo de trapazos y más trapazos desde fuera, con el pico y sin firmeza. Peor por el izquierdo, el toro se le comía, pero a base de trapazo tras trapazo, un toro de carril acabó por írsele sin torear. Se comía trapo y torero, pero este no estaba a lo que celebraba y así pasó, lo de siempre, que si el toro no se torea solo, malo. Un bajonazo, que no se merecía ni este toro, ni casi ninguno y todo el mundo deseando que doblara ese buen toro y así poder marcharse al calor del hogar, del bar, del metro o de un incensario procesional y dando gracias de que la empresa no hubiera reparado en cobrar por las inclemencias del tiempo padecidas en los tendidos, porque si cobraran por el frío, nos habrían desplumado.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html